30 de noviembre de 2010

La hija bastarda de James Bond

Roger Moore consolidaba la nueva etapa cuando decidiste aparecer. Nadie te esperaba y la taquilla prefirió a tu hermanastra Octopussy (1983). Pero ya sabes que yo siempre te he querido. Eres una anomalía perfecta que me conquistó desde esa estantería de videoclub. El amigo Connery volvió per qualche dollaro in piú, pero volvió para reírse de él mismo ya desde su título. Contienes una de las mejores villanas de la saga con el rostro y el cuerpo de Barbara Carrera. La princesa protegida no desmerece y nos regalas a Kim Basinger recibiendo aquel masaje con una toalla de más. Y si lo pienso dos segundos contienes la mejor persecución de la toda la saga. Mi vídeo sacó humo, los cabezales pedían compasión: Una Yamaha negra, un Renault 5 Turbo rojo y acción sin palabras. Para ser una hija no reconocida eres fabulosa. Desde siempre desde antes…Nunca Digas Nunca Jamás (1983).

Muchas gracias por todo, Sr.Kershner (1923-2010).

La historia de siempre (Leslie Nielsen 1926-2010)

-La historia de siempre, chico conoce chica, chico pierde chica, chica conoce chico, chico olvida chica, chico recuerda chica, chica muere en trágico accidente en globo anunciando pescado en conserva del norte.

-¿Bonito?

-No, fue horrible.

Agárralo como puedas (David Zucker, 1988).

22 de noviembre de 2010

Un gran poder conlleva una gran sonrisa



El próximo 1 de diciembre se cumplen 20 años de la muerte de Sergio Corbucci (1927-1990). Pero ya que hay celebrar algo celebremos algo más alegre, como por ejemplo el 30º aniversario de una de las películas que más me divirtieron en la infancia y que me sigue salvando en días adultos de 48 horas. Antes del Unbreakable de Shyamalan hubo un tipo corriente que empezaba a descubrir sus recientes poderes, se llamaba Dave Speed y fue el Poliziotto superpiù de Corbucci. Para nosotros se llamó El Superpoderoso (1980) y creo que, ante un hipotético y muy personal Top 100, este delirio con chicles voladores estaría incluido en una posición altísima. No hay tiempo para disculpas. Asuntos íntimos con La Bionda, The Oceans y aquel super-super-supersnooper. Preveo unas Navidades con el duo Spencer-Hill.

13 de noviembre de 2010

Visitante conoce a Hiam Abbass

En una mala tarde podría haber pasado de ver The Visitor (2007), quizá un tanto harto de la etiqueta revelación-indie-que-toca-ver-cada-año. Pero afortunadamente era una buena tarde, los prejuicios estaban en el bolsillo y Richard Jenkins ya me tenía ganado desde que lo vi no sé donde. Sabía que me podría la historia de un profesor desmotivado por la vida que conoce a unos personajes que le enseñan a volver a mirar. Lo que no esperaba era volverme a topar con Hiam Abbass, aquella actriz que me derrotó por completo en Los Limoneros (2008). Y es que hacía mucho tiempo que no me quedaba con las facciones de una actriz de mirada y presencia tan poderosa y verosímil. El IMDB me chiva que también aparecía en Munich (2005), así que ya hay otro motivo para revisar la vigorosa cinta de Spielberg. Y sigo penando que, aunque contenga ese espantoso montaje final de flashback-matanza-coito-Eric-Bana, tiene escenas verdaderamente magistrales. Vamos allá.

El sustituto del pene (Car Trouble)



La crisis del macho cuarentón es habitualmente recordada por el Kevin Spacey de esa fábula americana. Pero si le quitamos algunos oscars y nos pasamos a Inglaterra tendremos una divertida comedia con un Jaguar E-Type como sustituto de pene cuarentón. El marido era Ian Charleson, la esposa Julie Walters y la super traducción para todo esto fue Este coche es una ruina. Me topé con ella hace unos meses y ya me conozco. Cualquier película cuyo protagonista sea un coche me puede desde siempre. Atención a la delirante fusión de esposa y amante dentro del Jaguar. Aunque ya puestos a elegir sustituto fálico quizá me quedo con el Ferrari 250 GT de Ferris Bueller. Empiezo a ahorrar desde ya.

Car Trouble (David Green, 1985).

10 de noviembre de 2010

Parejas artísticas que (quizá) follan entre bambalinas

Cuando era un chaval me preguntaba en secreto si la pareja de Roxette se habría liado alguna vez. La cosa quedó aparentemente aclarada cuando leí a Per Gessle hablar de su matrimonio. Pero estaba claro que la única mujer que podía estar junto al guitarrista tenía que ser la estupenda Marie Fredriksson. Cualquier otra opción era inviable. El bueno de Per podía estar casado pero era fácil imaginar una escena tras un mal concierto. La decepción une de la hostia y el roce hace el cariño y una cosa lleva a la otra y al día siguiente se habla de error. Algo parecido me pregunto ante una foto de Amaral y el señor con gorro que la acompaña. Aunque por aquí me dicen que al principio si y luego que no así que sigo confuso. Lee Marvin abofeteaba a Angie Dickisnon en Codigo del hampa y luego volvían a encontrarse en A Quemarropa, donde se amaban de la forma más cómplice. Incluso coincidieron una tercera vez en Caza salvaje, pero no me he informado lo suficiente como para confirmar esa posible fricción fuera de pantalla. La Sra. Dickinson estuvo casada varias veces, la segunda con Burt Bacharach, y fue amiga íntima (ejem) de Frank Sinatra, pero espero que tuviera algo pequeñito con el duro de Marvin. Por cierto, no viene a cuento pero si Woody Allen decía que quería reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty, creo que ahora hay que invocar los dedos de Olivier Martínez porque lo de este tío ya es de escándalo.

Leyendo las memorias de Marcello Mastroianni, el entrevistador le pregunta sí tuvo algo con Sophia Loren, su compañera en Matrimonio a la italiana y otras muchas películas. Sorprende la sincera respuesta del actor que afirma “todos lo creen, con tantas películas juntos, con ese entendimiento…sin embargo, nada”. Mastroianni también lo intentó con la bellísima Claudia Cardinale y tampoco. Otro mito que cae, aunque la Deneuve y la Dunaway pasaran por ahí. También dicen por ahí que Ethan Hawke le fue infiel a Uma Thurman porque creía que esta le engañaba con Tarantino durante el rodaje de Kill Bill. Esperamos las memorias del cineasta para comprobar esa historia aunque dudamos seriamente que la Thurman tenga tan mal gusto. Si pasamos de puntillas por el cine español es obligado preguntarse si Jorge Sanz se lió alguna vez con Victoria Abril o con Maribel Verdú. Teniendo en cuenta la cantidad de veces que han coincidido en ambos casos la cosa adquiere serias posibilidades. En cuanto lo vea se lo pregunto y paso la información. Y para terminar. Una vez leí al guionista Joe Eszterhas hablar sobre Instinto Básico. Decía que si Paul Verhoeven se llevaba tan mal con Sharon Stone no era por diferencias creativas, sino porque esta se había negado a acostarse con el director. Un rollete con Michael Douglas se daba por hecho, pero lo que más sorprendía era el supuesto polvo que echaron Eszterhas y la Stone. Aunque suena a fantasmada de guionista pajillero, al parecer sólo ocurrió una vez, en una de esas noches de decepción y algo de alcohol. Teoría que me devuelve a Roxette y me sirve para acabar un texto que me ha sobrecogido hasta a mí. Prometo no repetir demasiado pronto.

6 de noviembre de 2010

Mis problemas con Kiarostami

Era del VHS. Tengo 19 años y un enorme billete en el bolsillo. Llego a una tienda de segunda mano y rebusco entre las cintas de vídeo. Poca cosa interesante hasta que dos carátulas me frenan. Cine de autor en mayúscula. Cosa seria y seguramente cosa muy aburrida. Vamos a arriesgarnos. Pillo las dos cintas y el dependiente me dice que no tiene cambio para mi billete. Voy a buscar cambio-le digo-y me meto en una tienda de ropa que hay en frente. Entro y comunico mi deseo de cambio monetario. Una mujer (que espero que ahora mismo esté muerta o en la cárcel) recoge mi enorme billete, se acerca a la caja, busca cambio y me devuelve dos billetes, no tan grandes como el billete enorme pero bastante importantes. Vuelvo a la tienda, compro las dos cintas y seguramente bebo una coke por el camino, con el logo bien visible para que los transeúntes no crean que es una cerveza.

Una elipsis de tiempo indeterminada me sitúa en otra tarde. Me queda uno de los billetes importantes en el bolsillo y una futura sesión de cine se visualiza en mi cabeza. Saco el billete importante y al primer contacto ya sé que la cosa no va bien. Lo toco un rato más y tras observarlo a contraluz llego a la conclusión. Olvido la sesión de cine, lo hablo con alguien y me cago en la puta madre de la mujer que me ha pasado el billete falso. Alguien me suelta que lo pase por ahí, otros me dicen que lo filtre en mi propio trabajo. Las dos opciones no me convencen. Si lo paso por ahí la cadena seguirá con otro pobre desgraciado. Si lo paso en mi trabajo es muy probable que mi jefe lo detecte y me caiga la bronca: se supone que tenemos un detector que los detecta. Descarto las opciones y me quedo varios días paralizado. Finalmente reacciono y opto por quedarme el billete falso bajo una lamentable justificación: El dinero viene y va y es muy posible que, de la misma manera que ahora he perdido un billete importante, también es probable que en un futuro acabe ganando dinero que no merecía en absoluto. Y así es. Años después me he encontrado algún billete por el suelo o he conseguido cantidades de dinero de forma inmerecida. Llámale equilibrio cósmico o llámale parida esquizoide. A día de hoy sigo teniendo el billete falso guardado en algún libro que espero no haber prestado.

Pero volvamos atrás. Semanas después del lamentable hallazgo, me veo andando de nuevo por esa ciudad. Tuerzo por una calle y me encuentro en territorio familiar. Peligro. Si no cambio de ruta, en cuestión de minutos pasaré frente a esa calle, frente a esa tienda, frente a esa hija de puta. Presentimiento. Me empiezo a poner nervioso. Recuerdo los acontecimientos y me hierve la sangre. Llega la indignación, se une la rabia y el odio se presenta en pocos segundos. Soy el Terminator de los indignados, el corazón se me dispara y siento como el cerebro se difumina. No me tomes las pulsaciones y sobretodo no me toques los cojones. Visualizo la tienda y paso de largo. Abatido, cabreado, indignado: Derrotado. Esto no puede ser. Este capítulo no puede cerrarse con mi persona pasando de largo. Esto no puede acabar así. Pero acaba así. Sigo caminando unos minutos y el odio se pasa, la rabia se transforma y la indignación permanece pero menos. Soplo. He conseguido calmarme. La sangre vuelve a su temperatura normal. Todo va bien. Sigo avanzando cuando inexplicablemente ocurre. La calma me dirige y doy media vuelta. Bajo la calle y me pregunto si me rajaré a ultima hora. Vamos a comprobarlo. Fantaseo con varias posibilidades pero cualquiera de ellas es posible porque todavía estoy lejos. Sólo en el momento de ver la tienda veo que la cosa va en serio. Ya no hay tiempo para más probabilidades. Es ahora cuando tiene que ocurrir. O entras o no entras, pero cállate ya, conciencia. Entro y la puerta de cristal provoca un ruido demasiado torpe. Los clientes se giran. Hay unas diez personas en la tienda y por la forma de mirarme saben que no voy a comprar. No encajo en su estilo, no me queda bien esa ropa, no tengo dinero para esa ropa. Podría hacer cola pero no pienso en hacer cola. En realidad no pienso en nada. Avanzo entre los clientes y me dirijo a la encargada. Está haciendo cosas de encargada y me mira con curiosidad. Respondo su curiosidad y le cuento delante de los diez clientes que hace unas semanas vine a buscar cambio y me dieron un billete falso. La encargada se queda muda. Los clientes también. Todo se congela y a partir de aquí todo queda borroso y la escena pierde todo el audio. Creo que la encargada intenta decir algo y yo le suelto que sólo venia a decírselo para que supieran que me había dado cuenta. Y me marcho de la tienda mientras los clientes se hacen a un lado a mi paso. Y abro la puerta y noto el polo norte que dejo detrás de mí. Y cuando la puerta se cierra el transito de la calle devuelve el sonido de la escena. Y desaparezco por la calle. Esa noche hay diez personas contando ese momento en la cena.

De camino a casa, sentado en el autobús, un sudor frío me recorre el cuerpo y me pregunto que ha ocurrido realmente en la tienda. Podría haber ocurrido de todo y seguramente no lo recordaría. Un coche de policía adelanta el autobús y me temo lo peor. Pero el coche no para y sigue su camino. Hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien. Por cierto, las dos cintas de vídeo eran ¿Dónde está la casa de mi amigo? y A través de los olivos. Todavía no las he visto.

Foto: Abbas Kiarostami by Marcel Hartmann

2 de noviembre de 2010

Fellini recuerda: La Saraghina y la Volpina

La Saraghina en Fellini 8 ½ (Otto e mezzo, 1963) + La Volpina en Amarcord (1973).

La Saraghina me recuerda (en cierta forma) a ML, una profesora que tuve en el colegio. Muchos años después invoqué un mini-amarcord particular y rodé una película en la que se le hacía referencia. Una de las mejores ideas que tuve fue pedirle a la misma ML que protagonizase un flashback en la que un chaval recordaba el culo de una profesora. No hace falta decir que, tras la sorpresa inicial, algo de escándalo disimulado y posterior rechazo de ML, otra simpática mujer rodó esa escena con mucha gracia y soltura. La encantadora Volpina me trae muchos recuerdos. Uno de los más graciosas es recordar a algunos señores encorbatados nombrando al personaje de Fellini cuando esta dio nombre a una actividad cultural. Aunque creo que una día, la mujer de uno de ellos descubrió que