29 de agosto de 2012

Colores y consoladores

Antes de empezar su extensa (y dilatada) carrera, una jovencísima Sophie Evans protagoniza un demencial cortometraje presentado en el Festival Erótico de Barcelona. Era 1998 y Rubén Lardín escribía: “Una parodia a dos bandas: en primer lugar de la estética kitsch almodovariana, y después, por encima de todo, los tics, más sonrojantes del porno en su faceta más alimenticia”. Muchos colores, algunos consoladores y la imprescindible presencia del gran Jordi Ordóñez, de nuevo repitiendo su rol de obseso sexual rodeado de bellezas. Algo de sado, algo de Pinno Donnagio y una imponente escena lésbica para cerrar esta divertida parodia. Catorce años después, su director Jaime Zaragoza prepara algo grande, bonito y barato con Naxo Fiol, James J.Wilson, Juan Carlos Olaria y un servidor. Pero hay muchos más señores implicados en esta futura, honesta y necesaria obra. Work in progress. Habrá más noticias. De momento, recuperámos estas…

Mujeres al borde de un ataque de clítoris (Jaime Zaragoza, 1998). Diseño: Pere Koniec

26 de agosto de 2012

Alabama se muda a pastos más verdes

El día que murió Tony Scott busqué su filmografía en el ordenador de la biblioteca. No hacía falta, me la sabia casi de memoria. Tardé años en verlas, pero ya nunca olvidaré a Catherine Deneuve y Susan Sarandon en la cama de El Ansia (1983). Nunca he tenido interés en visionar Top Gun (1986) y no recuerdo si he visto o no Superdecetive en Hollywood II (1987). La que sí he repetido varias veces es Revenge (1990) y sigo fascinado con el polvo en el Jeep y la tensión entre limones. Y qué mítico el mini-wild-bunch que se monta Costner con Miguel Ferrer y John Leguizamo. La memoria se me nubla de nuevo con Días de Trueno (1990) aunque de algún rincón surge una carrera en sillas de ruedas. El último Boy Scout (1991) contiene tantas genialidades que no es raro que en esa época le pagaran una millonada a Shane Black. El cielo es azul, el agua moja, las mujeres tienen secretos. El guión de Tarantino tiene mucho que ver, pero el reparto más cool de los noventa hace de Amor a quemarropa (1993) la cinta más cool de los noventa. Demasiado poco espacio para hablar de una Patricia Arquette y un Dennis Hopper que lucieron en la pared de mi habitación adolescente. El trono de cintas submarinas sigue en la escotilla de Das Boot (1981) pero se acepta Marea roja (1995) como bonita y nerviosa metáfora de la jubilación. No es cuestión de reivindicar por reivindicar aquello llamado Fanático (1996) pero los últimos minutos siempre me dejaron abatido. Mañana el psicópata podrías ser tú. 

Mi primer trabajo fue entre cintas de vídeo y Enemigo público (1998) reventó los alquileres de aquel videoclub. Miro la carátula de Spy game (2000) y no consigo recordar ni una maldita escena. La única vez que eché a unos ruidosos niñatos del cine fue durante la proyección de El fuego de la venganza (2003). Vista con más calma ya pude disfrutar del ataque de epilepsia que Scott buscaba provocar. El punto de partida de Domino (2005) era tan demencial que efectivamente estaba basado en hechos reales. Ojo al trato-striptease que se marca Keira Knightley (y su doble de cuerpo) y al montaje más frenético que le he visto nunca perpetrar. Sigue cayéndome la espuma por la boca. Y que buen rato pasé con la estupenda Déjà Vu (2006), primera y única incursión de Scott en la ciencia ficción, y que mal lo pasé con la estéril Asalto al tren Pelham 123 (2009). La batalla-remake de uno de los mejores thrillers de los 70 estaba perdida de antemano, pero si alguien merecía intentarlo era el pequeño de los Scott. Un punto de partida con dosis de Speed (1994) y la condición de obra póstuma hará que me entregue sin condiciones a Imparable (2010). Ocurrirá en breve. Antes de eso, busco a nuestro adrenalítico cineasta en el ordenador de la biblioteca. No hacía falta. Todas sus películas están en préstamo. No hay mejor homenaje.

Aquella tarde de verano

La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997). Diseño: Pere Koniec

23 de agosto de 2012

Impacto súbito y dominical

Los videojuegos nunca me interesaron. Las películas empezaban a colarse los sábados desde el videoclub. El verdadero impacto de mi infancia llega cada domingo con El Tebeo, fascinante suplemento que adjuntaba El Periódico de Catalunya. Lo dirigía el célebre Josep Toutain y contaba con textos de Javier Coma, Román Gubern, Andrés Hispano o un joven Oscar Aibar como guionista de la tira Tela Visión. Hay portadas que siguen grabadas en mi corteza cerebrall. En la de muchos. 

21 de agosto de 2012

Un tanque de gasolina suicida

“El cine de vanguardia no se sitúa donde ciertos críticos imaginan, o por los menos en el plano técnico. Se presta más interés al mensaje (político) del realizador que a las imágenes de la pantalla. Donde está la modernidad es en la persecución automovilística de The Seven-Ups (1973)”.

Alain Corneau en
El thriller USA de los 70 (Colección Nosferatu).

Y como Monsieur Corneau ya lo explica todo me lanzo a un improvisado Top 10 de persecuciones.

1) Mad Max (George Miller, 1979)
2) Locos al volante (Chuck Bail, 1976)
3) 60 segundos (H.B.Halicki, 1974)
4) Cannonball (Paul Bartel, 1976)
5) Death Proof (Quentin Tarantino, 2007)
6) Los Caraduras (Hal Needham, 1977)
7) Un trabajo en Italia (Peter Collinson,1969)
8) Vanishing Point (Richard C.Sarafian,1971)
9) Car Crash (Antonio Margheriti, 1980)
10) The Seven-Ups (Philip D’Antoni, 1973)

Bonustrack: No puedo evitar un homenaje al Señor D’Antoni y, al igual que una carta de amor que no recibe respuesta, termino diseñando el cartel que ilustra este texto.

18 de agosto de 2012

Erotismo colateral

Infancia. Entre persecución y persecución te llamaban la atención algunos detalles semi-eróticos que no aportaban nada a la trama pero que quedaban latentes allí donde quedan las cosas latentes. 1) Los atracadores llevan mascaras de cerdo y apuntan sus escopetas contra cajeras de escuetas faldas rojas. Y llegan los gags carnales. 2) Uno de los bicivoladores le toca el culo a una mujer de falda corta y esta le arrea erróneamente una hostia al tipo del banco. Esta confusión provoca que 3) Un maniquí femenino termine en la cara de un vicioso cura que pasaba por allí. Aunque el detalle más inquietante es la invisible relación entre la policía y su compañero de placa. Durante la escena nocturna del cementerio, los policías captan la frecuencia de nuestros amigos bicivoladores. Antes de eso, 4) la mujer policía le come la oreja y masajea a su compañero ante el despiste de su siempre cabreado superior. Y ya nunca sabremos más de todo ello. Efectivamente, los detalles hacen poderosa una historia. Los detalles incompletos todavía más. 

Los Bicivoladores ( Brian Trenchard-Smith,1983). 
Diseño: Pere Koniec

Con todas las de la Ley

Las dos cintas de mi infancia tenían Australia como escenario. Pero han tenido que pasar más de veinte años para darme cuenta de un detalle. Era sencillo escaneando los créditos. Pero nunca escaneé los créditos. Y nunca hubiera dicho que John Ley, el actor que da al torpe rufián con bigote de Los Bicivoladores (1983), había pasado delante de mis ojos uno años antes en el trepidante inicio de Mad Max (1979). El jinete nocturno y su fulana mueren en la explosión pero el policía Charlie pringa y se lesiona gravemente el cuello. Lo rapas al cero, le quitas el bigote y tienes a John Ley de nuevo. Fascinante descubrimiento que no hace que la tierra deje de girar pero que te deja más tranquilo en noches de insomnio. Y recuerda: No hables mal, de lo contrario me niego a trabajar contigo.

15 de agosto de 2012

Trans Europe Express

El tipo que atraviesa el vagón parece Jason Statham venido a menos. Buscaba un asiento vacío pero no lo ha encontrado así que se vuelve por donde ha venido. Es entonces cuando me fijo. Lleva un dvd en la mano y antes de que se aleje demasiado hago cabriolas con la cabeza para reconocer el título. Ya me ocurría en la era analógica. Veía a un ser humano con una carátula de vídeo y hasta que no conseguía averiguar que peli llevaba no me quedaba tranquilo. Hubo verdaderos seguimientos durante varias calles. Una vez una señora quiso llamar a la policía ante mi poco disimulado acecho. Huí sin saber que cinta transportaba. Muchos años después me encuentro en el Trans Europe Express cuando el Statham venido a menos se acerca a una puerta del vagón. Se gira, me pilla mirando su dvd pero disimulo bastante bien. Ha sido suficiente. Conseguido. Era Nothing Hill (1999). El título inquieta. La situación inquieta. La suma de todo inquieta mucho más. Hipótesis. El tío tuvo la peli durante tres años en su casa y ahora alguien se la ha reclamado. La lleva a descubierto para mostrar su desinterés. Debe dejar claro que no es suya. Él no mira esas mariconadas. Otra opción. El tío tiene una cita. Han quedado en casa de ella. Cena más peli. Ella prepara la cena. Él traerá la peli. Por un momento ha pensado en llevar Los Mercenarios (2010) pero se la ha prestado a un colega del gimnasio. Se ha conectado. Ha buscado las pelis más románticas. Las clásicas son demasiado viejas. El blanco y negro es para los viejos. Le recomiendan Love Actually (2003) pero su hermana no la tenía en la estantería. Justo al lado hay la de Julia Roberts, Hugh Grant y la puerta azul. Se queda con esa. Se afeita. Se viste. Se mira en el espejo. Triunfará. La suerte es para los que no saben. Entra en el vagón. Busca asiento. Un tipo le mira raro. Está a punto de pegar primero y preguntar después. No hay tiempo. El Trans Euro Express llega a su destino.

13 de agosto de 2012

Flashback de Agosto

Ni Jane Fonda esperaba que aquel corto-videobook que rodamos en diez horas acabaría viendo la luz.  
Foto: Klute (Alan J.Pakula, 1971)

9 de agosto de 2012

Siesta de verano

Me llenan el pendrive de cosas interesantes y como el orden de los factores no altera el producto me miro La chispa de la vida (2011) que estaba pendiente. Y no me desagrada tanto como la balada triste pero desde que el tipo se clava el hierro ya tengo ganas de que muera. Y será el calor o algo pero, al igual que en Perdita Durango (1997), que manía de congelar el frame final cuando la cosa está protagonizada por un actriz internacional. La importo en el Premiere, le quito esos segundos y finalizo con el plano general que podría recordar el desenlace de El tercer hombre (1949), pero sin una Salma Hayek chutando la perversa maleta. Salto a otra pieza nacional y de entrada me acojono con Carmina o revienta (2012) y el tono tan ozú que en ocasiones necesita subtítulos. Pero Paco León demuestra ser más inteligente que nuestros prejuicios y se casca un meta-relato-ibérico que funciona de forma inexplicable. Recuerdo aquella vez que, estando yo tras el mostrador de una tienda, el actor me pidió alguna cinta de John Cassavetes. Y que mala suerte la de Paco porque ese día se había agotado todo lo bueno y sólo quedaba alguna selección de obras menores. Tras la dosis hispana, inicio algo desconocido y muy delicado. Emily Browning se convierte en la sobrina de Belle de jour (1967) y se adentra en un mundo de somníferos y fantasías sexuales. Y ya vale o no tendréis la suerte de visionar Sleeping Beauty (2011) con el importante factor sorpresa que merece. Una cinta frágil en forma y perversa en fondo que no conviene zarandear en Google o se os romperá en las manos. Y hagan el favor de guardarse los kleenex que esto es un drama de culto. Buenas noches y vigilen su almohada.

7 de agosto de 2012

Action is character

Lo que hace una persona y cómo lo hace es lo que define su identidad. French Connection (1971).

4 de agosto de 2012

Emociones fuertes y baratas

Tras varios kilómetros emulando a los Bicivoladores llego por fin a la zona de avistamiento. El padre señala el avión y le dice al hijo: -Emociones fuertes y baratas-. Todos los de ahí alzamos la cabeza y contemplamos un enorme Boeing rugiendo en el cielo. Retengo la frase del padre y recuerdo aquella cinta en la que un Tom Berenger con pintas de Guerrero Americano (1985) se lía a hostias contra un carnicero nocturno hermanado con el futuro killer de Cobra (1986). Buenos tiempos para Melanie Griffith que ese mismo año danzaría en Doble Cuerpo (1984) y poco después complicaría la vida a Jeff Daniels en Algo salvaje (1986). Aquí la Griffith también se dedica al striptease pero la dirección no es de Brian de Palma y visto lo visto me sigo auto-engañando con Abel Ferrara esperando descubrir una cinta redonda en su filmografía. El estruendo desparece del cielo. Al fondo se aprecia otro avión y luego otro y más tarde otro. Pero la cosa ya no tiene mucho interés. Como cuando ya has visto Teniente Corrupto (1992) y El Funeral (1996). Todo lo demás ya es caída libre.

Fear City (Abel Ferrara, 1984).

2 de agosto de 2012

Petición para otra narrativa

American Beauty (1999) molaba hasta que ganó tantos premios. Happiness (1998) molestaba hasta que fue abrazada por los peores modernillos. Debería recuperar La tormenta de hielo (1997) para no hablar sin recordar. Lo haré. No recuerdo el origen y destino de Little Children (2006), la estupenda y desproporcionada cinta de Todd Field que recupero cada cierto tiempo. Pero también cada cierto tiempo pienso que se podría invertir a los protagonistas por los secundarios y obtener una historia protagonizada por el exhibicionista Ronnie (Jackie Earle Haley) y su cita a ciegas con la desequilibrada Sheila (Jane Adams). Y no parece nada casual que, algunos años antes, esta misma actriz rodara la célebre escena inicial de la cinta de Solondz. Pedimos una precuela con los orígenes de Ronnie entrelazados con la juventud de Sheila. Y lo estamos pidiendo bien.

El asesino quiere una mujer

Y personajes llamados Franz Walsch (por Raoul), Señora Lang (por Fritz), señor Murnau (por el director de Nosferatu), Magdalena Fuller (por Sam) y un local llamado Lola Montes (por el film de Max Ophüls). Lo mejor: la relación entre el asesino americano y la sirvienta sumisa del hotel. Sin olvidar el encuentro final con tiroteo y muerte a cámara lenta. Muy lenta. Super lenta. Casi un anticipo de Matrix (1999) o Thriller: A Cruel Picture (1973).

El soldado americano (Rainer Werner Fassbinder, 1970).

1 de agosto de 2012

Un banco en el parque

Planos estáticos, gente muy aburrida que no se mira a la cara y un Fassbinder como griego que alterará la monotonía de un extraño grupo de amigos. 
Katzelmacher (1969)