Tras ese fantástico cómic que era Espera, Jason se supera a sí mismo con “No me dejes nunca”, una sorprendente historia sobre dibujantes de cómics (con nombres de escritores) situada en el París de los años 20. La primera parte presenta a los personajes con ocurrentes diálogos que mezclan tebeos y literatura. La segunda parte es realmente magnifica. Jason se mete en la piel de Stanley Kubrick y narra un hecho desde varios puntos de vista, exactamente igual que ese acojonante film que es Atraco Perfecto (1956). Jason consigue con “No me dejes nunca” una verdadera maravilla.
El mundo de “Espera” está formado por perros y pájaros que viven vidas como la de cualquier humano. El dibujante Jason nos explica las vivencias de dos amigos durante la infancia hasta que una fatídica tarde todo cambia para siempre. Sin apenas diálogos y con una narración limpia y elegante, este cómic se aproxima al universo de los cineastas Todd Solondz o incluso en ocasiones a una austeridad del propio Bergman. Sus viñetas en blanco y negro desprenden sonidos o el más absoluto silencio. Escenas cortas de un par de páginas nos acercan a instantes mágicos o llenos de aburrimiento propio de un niño. Un pesado futuro, un pesado trabajo y pocas motivaciones personales son mostrados con una normalidad asombrosa en una obra madura e inclasificable. La muerte se presenta en los pasajes más importantes de la historia, sobretodo en un final sobrio y pesimista. Sigamos la pista a este autor nacido en Noruega hace casi 40 años.