17 de marzo de 2014

Matte Kudasai

La Sophie Marceau de La Fidelidad (Andrzej Zulawski, 2000) me explica que en ocasiones lo mejor de una canción, lo que realmente le emociona, lo que está esperando que llegue, son los últimos veinte segundos en los que hay ese cambio de ritmo, ese extraño clímax o ese extraño destello que hace tragarte toda la canción. Porque de no escucharla entera ese instante pierde el contexto y también el sentido y entonces no es lo mismo. A Sophie le ocurre con el Upside Down de Diana Ross y con varios temas del Hot Rats de Frank Zappa, pero llegado a este punto y al link anterior se planeta no terminar este