Me regalo un chute de diversión y revivo los sábados idealizados con la saga del coche más enérgico. Ahí va ese bólido (1969). La primera también es la mejor. Delicioso feeling ultra kitsch entre Dean Jones y Michelle Lee. Espectacular carrera final llena de absurdos gags. Herbie, un volante loco (1974). Genial idea: Herbie tiene un flashback y recuerda su triunfal pasado. Se reivindica con un duelo medieval entre autos. Herbie en el gran prix de Monte Carlo (1977). Herbie viaja a Francia y se enamora de Giselle, un Lancia Montecarlo. Lo mejor: las continúas distracciones amorosas y rencorosas que obligan a interrumpir la carrera. Herbie Torero (1980). Nuestro Volkswagen viaja a Sur América. Se enfrenta a un toro. Ya tenemos traducción para Herbie Goes Bananas. La otra opción era Herbie Sudaca. Pringoso capítulo final con odioso huérfano incluido. Me salto la adaptación para TV de Peyton Reed y miro con incredulidad Herbie, a tope (2005). Entre raya y raya, Lindsay Lohan rescata al escarabajo de un desguace y se convierte en dudosa campeona de Nascar. Papeles para Michael Keaton y Matt Dillon como villano de la función con vehículo patrocinado por Cheetos. Lo mejor: los títulos de créditos narrando la decadencia de Herbie, incluyendo su noviazgo con Kitt. Llegados a este punto, se impone una precuela de todo para que se nos explique todo. Todo llega si sabes esperar.