Deja de soplarme la nuca y no te
vuelvas a colar detrás de mí o te enviaré al Ernest Borgine de El
Emperador del Norte (Robert Aldrich, 1973). Mensaje igualmente
válido para los Radio Raheems de la esquina del vagón. El
transporte público nos regala cada día varios motivos para terminar
en prisión. Buscaré un buen abogado.