10 de agosto de 2009

Homenaje a John Hughes en cuatro películas (4/4)

La juventud y madurez de Hughes llega con She’s having a baby (1988), cuyo título español (La loca aventura del matrimonio) vale la pena destacar por su gilipollez aguda. Una de las primeras escenas del film nos evoca la conversación de Ferris y Cameron en el garaje de Todo en un día. Kevin Bacon está a punto de casarse y mantiene una conversación con su amigo Alec Baldwin. Surgen dudas sobre el futuro matrimonio y Baldwin le propone marcharse y olvidarlo todo. Los planos cortos de ambos amigos nos describen su carácter en pocos segundos: Bacon seguirá el modelo establecido y formará una familia, lo cual aterroriza a Baldwin, un follador nato que no quiere encadenarse a nada ni a nadie. Los recién casados empezaran su nueva vida, en su nueva casa y en su nuevo barrio. Bacon tendrá que relacionarse con sus anticuados vecinos, hacer frente a un suegro que le considera un inútil e intentará escribir esa novela que planea por su cabeza. Hay una escena fantástica que refleja una situación posiblemente vivida por el propio director. Kevin Bacon trabaja en una agencia de publicidad y le insinúa a su encargado sus ambiciones creativas. El encargado le desanima de inmediato y le comenta que él también lo intento pero que al poco tiempo ceso en su empeño y volvió al mismo trabajo. La vozz en off de Bacon, o de John Hughes, nos da su punto de pista: “Era mi jefe, en el fondo creo que se sentía aterrado de que yo tal vez fuera a hacer algo por mi cuenta. Si lo lograba seria un recuerdo viviente de sus propios fracasos. Lo ultimo que necesitaba, a esta altura de mi vida, era un maníaco depresivo de 36 años envidiando mi juventud. Yo ya estaba suficientemente asustado ante la posibilidad de perderla”. El miedo a la vida y a las responsabilidades aumentará y se transformará en divertidas fantasías ante un repentino embarazo. Y es que como dice el título: Ella va a tener un bebé. Y ella es Elisabeth McGovern, esa Romy Schneider casera que nos descubrió Sergio Leone en Érase una vez en América (1984). Aunque pueda pecar de discurso conservador, Hughes no se olvida de Alec Baldwin y, a su modo de ver, lo retrata en dos escenas. En la primera, Baldwin llega a casa de su amigo con un nuevo ligue con el que se pasa toda al noche follando. Los ruidos del folleteo provocaran una de las primeras discusiones de la pareja, tras lo cual el follador Baldwin criticará la aburrida vida de Bacon. Pero Hughes nos reserva otro encuentro en el que, Baldwin le confiesa a Elisabeth McGovern que en el fondo sólo buscaba a una mujer como ella y que eso del folleteo insustancial ya no mola. Quiere casarse y tener hijos, incluso con ella. Hughes castiga la actitud promiscua de Baldwin señalando el camino de Bacon como el correcto. Y es que al final hay que sentar la cabeza, nos dice el cineasta. Sea como sea, Hughes olvida las taquillas del instituto y se introduce en un mundo en el que el último dilema de la pareja será el nombre de su futuro hijo. No olvidéis los créditos finales en los que decenas de famosos proponen el mejor nombre para el bebé. Aunque el nombre del futuro chaval de Hughes ya tenía nombre y apellidos, se llamaba Macaulay Culkin e iba quedarse solo en casa, para reventar taquillas y destrozar familias. Pero eso, amigos, eso ya es otra historia.