Un camión impone respeto. En el cine y en la vida. Desde niño ya lo aprendes. Esté pilotado por el diablo o por un colgado, un camión impone respeto y hay que respetarlo como tal. Te puede amargar el camino como en El diablo sobre ruedas (1971), o puede juntarse con otros camiones colegas y joderte vivo como en Maximum Overdrive (1986). Por cierto, que buena idea la de personificar el camión jefe con el rostro de El Duende Verde. A lo que iba. Un camión impone respeto No olvides que puede pisarte cuando le venga en gana, esté pilotado por un Terminator o por el Mel Gibson del segundo Mad Max. Por todo esto y por otras cosas que he olvidado, un camión impone respeto. Y lo que no se puede hacer nunca, pero nunca, es mostrar a un camión como un burdo payaso para mayor gloria de James Bond. Un camión impone respeto y nunca hará piruetas a dos ruedas y mucho menos elevará su cabina como un caballo rechinando. La Licencia para matar (1989) de John Glen tiene a Robert Davi como villano y es todo un acierto. Pero lo de mancillar el honor de un camión no tiene perdón. Recordad, amigos cineastas, un camión impone respeto.20 de julio de 2009
Camiones en el cine (casi un poema)
Un camión impone respeto. En el cine y en la vida. Desde niño ya lo aprendes. Esté pilotado por el diablo o por un colgado, un camión impone respeto y hay que respetarlo como tal. Te puede amargar el camino como en El diablo sobre ruedas (1971), o puede juntarse con otros camiones colegas y joderte vivo como en Maximum Overdrive (1986). Por cierto, que buena idea la de personificar el camión jefe con el rostro de El Duende Verde. A lo que iba. Un camión impone respeto No olvides que puede pisarte cuando le venga en gana, esté pilotado por un Terminator o por el Mel Gibson del segundo Mad Max. Por todo esto y por otras cosas que he olvidado, un camión impone respeto. Y lo que no se puede hacer nunca, pero nunca, es mostrar a un camión como un burdo payaso para mayor gloria de James Bond. Un camión impone respeto y nunca hará piruetas a dos ruedas y mucho menos elevará su cabina como un caballo rechinando. La Licencia para matar (1989) de John Glen tiene a Robert Davi como villano y es todo un acierto. Pero lo de mancillar el honor de un camión no tiene perdón. Recordad, amigos cineastas, un camión impone respeto.