22 de abril de 2009

Citándose para follar (ese argumento que siempre funciona)


En el Breve Encuentro (1945) de David Lean surgía la idea de alquilar un piso a las parejas infieles. Dicen que ese fue el punto de partida para que Wilder perpetrara El Apartamento (1960). En caso de no haber visto estas dos películas irás corriendo a conseguirlas. Después estaría bien que les quitaras el envoltorio e incluso que las veas. Punto y aparte. ¿Por qué el paréntesis del título?. Porque hay pocos argumentos que den tanto juego como el de hombre-anónimo-citándose-con-mujer-anónima. Y normalmente siempre se traduce en buenas obras. 1) El Último tango en París (1972): Dado que nuestra generación no tuvo que viajar a Perpinyà, y casi todo el mundo sabe lo-que-hay-en-la-peli, tendríamos que agradecerle a Bertolucci el poder disfrutar de ese torbellino de emociones entre Marlon Brando y Maria Schneider. Sobretodo por Brando. Y es que hay pocas tan potentes como un Brando en penumbra cerrando las puertas de unos vecinos. Además, una película que se inicia con un Me-cago-en-Diós siempre merece algo de interés. 2) Una Relación Privada (1999): Algo más light que el tango pero con la siempre estimulante presencia de Sergi López. En este caso, jugando a los médicos con Nathalie Baye. Vale la pena pasarse por el film de Frédéric Fonteyne y escuchar como controla el francés el amigo López (no hay doble sentido). 3) Intimidad (2001). Reconozcámoslo: La mayoría llegamos a este film por los rumores a cerca de que la actriz Kerry Fox aparecía felando a Mark Rylance. Pero mamadas aparte, la cinta de Patrice Chéreau es terriblemente desoladora. A destacar el siempre desgraciado Timothy Spall, que repite rol de taxista-jodido-por-la-vida que casi nos lleva al suicidio en Todo o Nada (2002). Por cierto, señores de los videoclubs: No coloquen Intimidad en la estantería de las porno. Un día vi Lunas de Hiel (1992) al lado de Volviendo a casa con el culo roto.