Nunca veo los blockbuster en el cine. Los veo años después en dvd. Me pierdo la espectacularidad de una sala de cine, pero gano la tranquilidad de ver el film sin la sobredosis de información de una campaña publicitaria. Una sobredosis que, a poco que estés atento, te hace básicamente unir las piezas que no habías visto. Eso y el enorme pánico que me produce ver un blockbuster junto a 200 personas son los motivos por los que todavía no había visto King Kong (2005). No estuve muy pendiente del remake Peter Jackson pero imagino que a más de uno le estalló la cabeza con tanta persecución de dinosaurio. Todo muy grande y muy espectacular. Eso sí, jodidamente largo. De hecho, al entrar de lleno en la isla, el montaje paralelo entre los “momentos soldados” y los “momentos King Kong” se dilata tanto que uno olvida por momentos que película estaba viendo. Bfff, decididamente una gripe te hace escribir como un crítico de cine. Sobredosis de gripal para sobredosis de tontería. Me estoy haciendo viejo para un remake de 3 horas. Eso sí, hay un plano bellísimo. No es un travelling circular entre las patas de seis dinosaurios corriendo, pero contiene una fuerza brutal. La revelación de un final conocido por todos: La aparición de las avionetas en el fondo del cuadro.