Con Mi noche con Maud (1969), Eric Rohmer traza una película inolvidable que hay que ver sin falta. Al menos una vez. Seguramente más de una vez. Tan sólo dos (inútiles) reproches de espectador frustrado. 1) La famosa noche entre Maud y Jean-Louis se hace terriblemente corta. Uno estaría observando esa tensión sexual durante horas. Ya sea con conversaciones o simples miradas. Pero eso ya es petición imposible de espectador imposible. No nos quejemos: La famosa escena entre los dos personajes es maravillosa. Y 2) El guión de Rohmer es absolutamente perfecto, incluso contiene un final sorpresa que tanto se utiliza hoy en día. Pero hay un detalle que me resulta insoportable aunque sea básico (y necesario) para el argumento de este cuento moral. ¿Cómo es posible que Jean-Louis prefiera a la sosainas de Françoise en lugar de esa madura y fascinante divorciada llamada Maud?. Efectivamente, el miedo ciega y te hace retroceder.