Los asesinos en serie han llenado siempre las pantallas. Niños traumados que crecen y masacran adolescentes. Astutos asesinos que utilizan juegos para picar a la policía usando el zodiaco, usando los pecados capitales, usando una canción o usando el parchís. Estos asesinos son lo suficientemente metódicos para que el poli tarde su tiempo en atraparle. Si es que lo consigue. Pero son psicópatas y lo mismo les da cargarse a uno que a otro. Yo prefiero a los profesionales. No son enfermos que dejen filas de cadáveres, y si lo hacen es por supervivencia. Ellos cobran por su trabajo, matan y se van. Decididamente, prefiero a los asesinos a sueldo. Uno de los mejores es Edward Fox en Chacal (The Day of the Jackal, 1973). La OAS quiere eliminar al general Charles de Gaulle y, tras varios intentos frustrados, contrata a un asesino británico. Durante más de 2 horas, presenciamos los preparativos de un perfeccionista Chacal, un profesional de verdad, un asesino a sueldo que vale lo que cobra. Siempre le he dado un 10 al film de Fred Zinnemann. Hay que verla. Varias veces. El remake con Bruce Willis no lo he visto y no lo veré. Completamente diferente en formas encontramos a Chow Yun-Fat en The Killer (1989). No sólo es uno de los mejores trabajos de John Woo, es el film que descubrió a Chow Yun-Fat como pistolero simpático. Siempre profesional y mortal, su estilo se basa en un elegante traje y dos características pistolas en mano. The Killer tiene una apoteósica primera escena en un club de mafiosos. Una cantante se verá envuelta en el tiroteo con trágicas consecuencias pero nuestro killer se ocupará de ella aceptando un último trabajo. Todo un Señor-Killer. Todo un profesional. Y hablando de profesionales, no puedo evitar recordar a Golgo 13 o la femme Nikita…