31 de enero de 2007

Las vidas de Adrian Tomine

Desde Daniel Clowes (Ghost World) y Peter Bagge (Odio) hacia tiempo que no encontraba a un narrador tan bueno. Y creo que este es superior a los anteriores. Nació en Sacramento (California), donde ocurren varias de sus historias y su nombre es Adrian Tomine. Su estilo visual recuerda a Clowes con ese blanco y negro puro y oscuro. Pero al leer varias de sus historias empiezas a observar su poderosa narrativa, llena de inteligentes elipsis o agudos diálogos. Lo han comparado al maestro de los relatos cortos Raymond Carver y la comparación es bastante ajustada. En su recopilación “Sonámbulo y otras historias”, Tomine nos narra 16 relatos breves llenos de desamor y tristeza, en los que destaca su forma de captar aquellas situaciones cotidianas tan incomodas de explicar. Muchas de sus historias hablan de parejas, de amantes o de personajes que están Deseando Amar. “Sonámbulo” nos explica la incomoda cita nocturna de unos jóvenes que fueron pareja. De nuevo una pareja ocupa el relato “Avda.Eco”, un fragmento de vouyerismo nocturno. Una chica lee guarradas por teléfono a su novio en la amarga “Larga distancia”. Una de los relatos más brillantes por su brevedad y contundencia es “Caída”, una sensación de cuatro viñetas llena de oscuridad y peligro. La nostalgia de un amor pasado se dan cita en la genial “La hora del almuerzo” y en “Curro de verano”, Tomine nos explica la historia (autobiográfica?) de un verano en el que trabajó en una copistería. El siguiente relato se titula “El hilo conductor” y recuerda a la “Ciudad de Cristal” de Paul Auster por la absurda obsesión de su protagonista. En tan solo 2 páginas una voz en off nos explica la absurda trágica situación que vive un personaje en “Glasedo de fresa”, con reminiscencias a “American History x”. Otro de los mejores es “Escala”, donde una perdida de un avión provoca una serie de inseguridades al protagonista. La amistad hipócrita se presenta en “Supermercado”, un continuo diálogo entre un ciego y una vendedora del super. Otro gran fragmento es “Rehenes”, abordando aquellas situaciones incomodas que se presentan en un autobús y que a uno le gustaría evitar o detener. La extensa “Dylan y Donovan” nos relata los problemas de comunicación en una familia desestructurada. “Evocación” es breve pero interesente, de nuevo con la nostalgia de una infancia como eje central. Otra historia de exnovios se presenta en “Seis días resfriado”, con varios y hábiles flashbacks, otra de las constantes de Adrian Tomine. El amargo “Cuatro de Julio” nos explica la soledad de un niño ante la discusión de sus padres, y finalmente el relato “Ojos de color avellana” cuenta la amarga historia de una chica incomprendida por sus amigas y posteriormente criticada por estas. Un gran abanico de historias las que compone el magnifico trabajo de Adrian Tomine. Una gran película podría salir de todo esto material. Y estoy seguro que otros lo han pensado. Lo que unos piensan otros lo harán realidad. Estamos impacientes.