Primer encuentro. Noche adolescente de 1997. Alejandro aparece en la pantalla y dice que se aburre con Rojo. Pero si es Evil Dead corre a verla. No sé si es la relación de Irène Jacob con Trintignant o la música de Zbigniew Preisner la que me hace abrazar el último color de Kieslowski. Casi todos prefieren el dramon azulado de Binoche y casi todos hemos olvidado el color blanco con Delpy. Pero Alejandro dice que no le gusta Kieslowski porque no le gusta aburrirse en el cine. Podría parecer un desencuentro pero no lo es. Visitaré la casa embrujada de Raimi las veces que sean necesarias pero no puedo renunciar a la obra póstuma del polaco. Segundo encuentro. Otra noche y otra pantalla. Se lanzan los cuchillos de Santa Sangre pero todavía no es el momento. Abandono la cinta sabiendo que algún día llegará el reencuentro. Una elipsis me sitúan ante otra pantalla. Alejandro le pide a su hijo que le de una bofetada. Es una bofetada boomerang, a cambio de la que él le dio rodando Santa Sangre. Pasan los años y algunos de sus cómics y libros se cruzan en mi camino. Llega el cuarto encuentro. Trabajo junto a miles de películas. Es navidad y llega una solitaria copia de Santa Sangre. Debería ofrecerla a los posibles clientes pero en lugar de eso la compro yo mismo. Antes de pagar, una mujer observa la carátula y me pregunta de donde demonios la he sacado. Le digo que es la última copia que hay en la tienda y me mira con ganas de quitármela de las manos. Apabullado por una emoción sobrenatural escribo alguna tontería. Quinto encuentro. Se edita un pack con las películas de Alejandro y escribo todavía más tonterías si cabe. Sexto encuentro. Le veo firmando libros en una feria de firmar libros. Le saco algunas fotos y pienso que triste será no llegar a conocerlo nunca. Séptimo encuentro. El otro día conozco a Alejandro. Su oratoria es más divertida que la mayoría de monologuistas. Fascina hablando de sueños. Magnetiza hablando de amor. Hipnotiza hablando del futuro. Me gana por completo hablando de su gato Kazan, en homenaje a Elia Kazan. Estamos en Marzo de 2011, Alejandro Jodorowsky tiene 82 años y responde la pregunta de una seguidora haciendo un moonwalk en el escenario. Octavo encuentro: por determinar.