Las nuevas neurosis serán producto de un mail no respondido. Las nuevas frustraciones vendrán de una foto no comentada. Los nuevos malos entendidos serán provocados por ausencia humana y exceso de chat. Las nuevas pesadillas aparecerán por una vacilada no retwiteada. Nada que no se pueda solucionar con un botón apagado a tiempo, nada que no cure un paseo en bicicleta o nada que no calme lo que se planteaba el Antonio Banderas de ¡Átame! (1990).