En 1955 ya se vaticinaba la solución. Si la cosa empieza a complicarse llamen al bueno de Clint Eastwood, aquí como breve jefe del escuadrón aéreo dispuesto a vapulear al bicho gigante. Todo eso en una bonita tarde en la que Jack Arnold me regaña por no haber visto a estas alturas su encantadora aracno-creación. Pero tranqui Jack, que ya me habías maravillado con El Increíble Hombre Menguante (1957) y aquella batalla de hombre contra araña. Y lo mejor de todo lo escribe Javier Ludeña en el libreto de Tarántula (1955): “El monstruo no suele ser el elemento perturbador del orden social, sino más bien el detonante de otras tensiones subyacentes, o incluso una victima más de un autentico peligro, que está en nosotros mismos: bien mirado, ¿Qué culpa tiene la araña?.”