Descubres aquel Chevrolet en el desguace. Te propones restaurarlo. Cuando lo has conseguido te lo roban. Pero aquel Chevrolet es como tu hijo y no cesarás hasta encontrarlo. En el camino de toparás con una chica en furgoneta con curiosas y morbosas intenciones. Mientras tanto tu Corvette aparecerá por las calles de una ciudad desconocida. Imposible dedicarle más amor a un coche que el que Matthew Robbins le dedica al Corvette Stingray en su Corvette Summer (1978). Dos detalles: 1) La carrera final en la que se baten el Corvette y un Pontiac Trans Am ’71: duelo de estilo entre dos monstruos. y 2) El creativo título español para englobar todo esto: Correrías de Verano. Ya llega el verano. Ahora sólo falta conseguir el Corvette. Estamos en ello.