8 de septiembre de 2010

Marty del 55 (o las cosas que no cambian)

Te llamas Marty y tienes 34 años. Eres carnicero y todo tu entorno te recuerda que deberías casarte de una puta vez. Debería darte vergüenza, Marty!. Tu madre es una anciana a los 56 y tu tía es tan insoportable que el matrimonio de tu primo se está resintiendo de una vida entre susurros. Tendremos que echarla de casa, un matrimonio no debe vivir con la madre, ni con la suegra. Estamos en 1955 y hay que buscarse un plan para el sábado por la noche. Salgamos con los colegas, busquemos a unas chicas y bailemos con ellas. Si la cosa no funciona vayamos a ese local, tranquilos, uno de nosotros sabe como va el tema. O quizá no. Quizá conozcas a una chica aunque es poco probable que quiera bailar contigo. Pero vamos a darle un poco de color al asunto y coloquemos a esa chica en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Es tímida como tú y tampoco encaja en las reglas del juego. La acompañas a su casa en autobús y tus colegas se sienten desplazados. Normalmente no sabrías mantener una conversación con el sexo femenino sin parecer bobo, pero por algún motivo esa noche sueltas un nervioso monólogo que ella soporta con silencio, educación o simple timidez. Os despedís y quedas en llamarla mañana, pero después de misa. Deberías esperar el autobús para regresar pero una desconocida alegría te inunda los pulmones. Golpeas la señal de la parada y vuelves a casa, primero corriendo y luego andando. Llega el domingo y deseas llamar a esa chica. Pero no todos van a compartir tu alegría. Tus amigos temen que les abandones y rajan de la chica. Tu madre teme que te marches con esa fulana y la abandones en casa: sola, todo el día. El entorno no te pone las cosas demasiado fáciles, Marty. En realidad tú sólo quieres vivir pero todos ellos sienten miedo. Miedo a la pérdida, que es lo que esconden todos los miedos. Pero si encuentras una cabina y llevas alguna moneda encima, quizá y solo quizá, quizá puedas empezar a vivir. Estamos en 1955 pero podría ocurrir ahora mismo. Y de hecho…

Marty (Delbert Mann, 1955). *Oscar a la mejor película + Palma de Oro en Cannes.