Habiendo abducido el género bélico en ‘Malditos bastardos’, Quentin Tarantino mira alrededor sin dejar de hablar (rápido, más rápido todavía) y decide que lo próximo a volar por los aires es “todo eso de los cowboys”. Enseguida se sabe que su nuevo proyecto se titulará ‘West’ y –en las ruedas de inversores de Cannes 2011– es promocionado por Tarantino como “el western definitivo” o “el western que acaba con todos los western anteriores” o “el western que terminará con la necesidad o los ganas de filmar otro western”. Y, por una vez, Tarantino no exagera y ‘West’ se lleva buena parte de los Oscar de 2013. Difícil que alguien no haya visto este filme de 24 horas de duración pero nadie me quitará el placer de una apretada sinopsis. ‘West’ es una ucronía vaquera que arranca con la siguiente premisa: el cine inventado por un emigrante chino en California en 1840. Enseguida, comienza a filmarse la vida día a día y, de pronto, ‘western’ protagonizados por los auténticos bandidos y ‘marshalls’. Jesse James, Bat Masterson, Billy The Kid, Wyatt Earp, los hermanos Dalton, Pat Garrett, Búfalo Bill, Butch Cassidy y el Sundance Kid son algunas de las primeras estrellas del nuevo medio. Los Pinkerton Kops –cayéndose de los caballos– se consagran como comediantes y Calamity Jane es la primer actriz dramática especializada en el arquetípico rol de “alcohólica de saloon”. Pero Tarantino no se conforma con esto y, con buena puntería, se proyecta al futuro y nos muestra “una especie de EEUU tolkienizados por el Western” donde habitan diferentes tribus estéticas y gangs estilísticos como los Ford, los Leone, los Peckinpahs, los Eastwood… ‘West’ termina en el año 1963 con el asesinato del alguacil Kennedy en Dallas. Tarantino ha anunciado una segunda parte que llegará hasta nuestros días con el ataque a las dos torres del banco de Manhattan por forajidos extranjeros y el nombramiento del primer ‘sheriff’ negro.
Rodrigo Fresán (Diario Público).