
Este film ya es un delicioso caos desde su título. Lo interpreta y dirige
Dennis Hopper, pero el crédito del director cae en el famoso
Alan Smithee. Así que empezamos bien: el director
Hopper renegando del film, aunque se pueden encontrar carátulas acreditadas con su nombre. ¿Y la trama?. El inicio no es nuevo:
Jodie Foster presencia unos asesinatos y deberá huir de la mafia. Lo mejor: el extraño reparto y algunas apariciones. El capo de dicha mafia es el señor
Vincent Price, que aparece sólo en dos escenas: matar a la chica y ¡joder, os he dicho que matéis a la chica!. El encargado para dicho trabajo será el asesino fetichista
Dennis Hopper. Y llegan dos apariciones sin acreditar:
Charlie Sheen es el (efímero) novio de
Jodie Foster y
Joe Pesci es uno de los malotes de la mafia, casi un precedente de lo que haría posteriormente con
Scorsese. Otro de los mafiosos es
John Turturro, a punto de toparse con
Spike Lee y su pizzería. Pero se ve de lejos que
Turturro y sus torpes gafas caerán pronto. Mientras la Jodie cambia de identidad y de hogar, nuestro asesino vicioso seguirá su rastro, vía lencería y fotos sexys, y llegará hasta un artista modernillo con la cara de
Bob Dylan. Por el camino, nuestra testigo se topará con la mujer de un camionero: la chica es
Catherine Keener (todavía sin operar) antes de convertirse en
Catherine Keener (Cómo ser John Malkovich). El policía encargado del caso es el gran
Fred Ward, pero aquí no le dejan lucirse como viejo cascarrabias. Finalmente, otro de los mafiosos es
Dean Stockwell, con el que Hopper coincidió años antes en
Blue Velvet (1986). ¿Y la trama?. El slogan nos avisa:
“Ellos la condenaron, pero él tenía una idea mejor...”. La idea es comprarle zapatos y camisones sexys. Sí, amigos: nuestro asesino no era un vicioso, sólo estaba enamorado.
Camino de retorno (1989)