El otro día, dentro del autobús, un niño dibujaba en el vaho que cubría el cristal de la ventana. Escribía una palabra y dibujaba algo que para él debía tener su sentido. De inmediato me viene a la mente La última noche (2002), el film de Spike Lee en el que Edward Norton debe entrar en prisión. Hacia el final, el coche de Norton se para frente a un autobús, en el que un niño escribe su nombre en la ventana. Norton le devuelve el saludo y hace lo propio en el cristal de su coche. Eso sí que es comunicación universal. A veces me gustaría poder seguir escribiendo en el vaho de ese autobús o de ese tren. Sin que me importasen los 80 ojos que me observasen o las 40 bocas que me juzgasen. Prometo redimirme y volver a trazar esos graffitis efímeros en el cristal humedecido de tu autobús. Mientras tanto, vean el film de Spike Lee o vayan directamente a pintar en la ventana.