No tengo clara mi postura hacia el cine de Wim Wenders. Me faltan muchos títulos pero estoy algo desilusionado. París,Texas (1984) me fascinó en su época, por su música, por su tono y sobretodo por el trío protagonista. Pero tengo miedo a que un segundo visionado lo destruya todo. Veremos. Con El amigo Americano (1977) me ocurre exactamente igual. Bruno Ganz y Dennis Hopper salvan una narración desigual que agota por momentos. Pero la escena del metro y la increíble banda sonora me hacen tener el film en buena consideración. Aunque posiblemente no lo merezca. El experimento Relámpago sobre el agua (1980), en el que Wenders filma a un moribundo Nicholas Ray, tendrá mucho interés para los morbosos que disfrutan con la decadencia de un cineasta, pero a mi no me hace ni puta gracia. Por mucho homenaje que se pretenda, incluso aunque sea una petición del propio anciano. No he podido ver Cielo sobre Berlín (1987) porque algún cabrón hijo de mala madre ha rayado el DVD y lo ha devuelto a la biblioteca sin decir nada. Estoy pendiente pues, de descubrir una obra que se presenta interesante, sobretodo para los que vomitamos con City of Angels (1998).
Finalmente mi contacto con Wenders culmina con dos títulos que hubiera preferido ahorrarme: Hasta el fin del mundo (1991), cuyo argumento he olvidado pero que recuerdo con brutal aburrimiento y sobretodo, y por encima de todo, esa cosa llamada The Million Dollar Hotel (2000), co-escrita por Bono de U2. Sin comentarios. Llegado a este punto, miedo tengo al cine de Wenders, aunque una extraña esperanza interna me dice que el esquema de sus films reza: dos horas de aburrimiento y 20 minutos geniales. Dilema de espectador. Aguantar o no aguantar. Depende del momento. Lo más interesante de Wenders es que, teniendo en cuenta su cine, no parece caer mal, incluso por sus textos y declaraciones se presenta como un tipo afable. Como aquel timador que sabe que tarde o temprano será descubierto. Pues lo mismo. Y por eso mismo nos quedamos con dos fotos que el propio Wenders cuelga en su web. Una campechana comida con los maestros del Horror.
Foto 1: John Landis, Guillermo del Toro, Tobe Hooper y Wim Wenders.
Foto 2: Wenders, Michael Mann y Landis (en segundo plano encontramos a Juanma Bajo Ulloa).
Finalmente mi contacto con Wenders culmina con dos títulos que hubiera preferido ahorrarme: Hasta el fin del mundo (1991), cuyo argumento he olvidado pero que recuerdo con brutal aburrimiento y sobretodo, y por encima de todo, esa cosa llamada The Million Dollar Hotel (2000), co-escrita por Bono de U2. Sin comentarios. Llegado a este punto, miedo tengo al cine de Wenders, aunque una extraña esperanza interna me dice que el esquema de sus films reza: dos horas de aburrimiento y 20 minutos geniales. Dilema de espectador. Aguantar o no aguantar. Depende del momento. Lo más interesante de Wenders es que, teniendo en cuenta su cine, no parece caer mal, incluso por sus textos y declaraciones se presenta como un tipo afable. Como aquel timador que sabe que tarde o temprano será descubierto. Pues lo mismo. Y por eso mismo nos quedamos con dos fotos que el propio Wenders cuelga en su web. Una campechana comida con los maestros del Horror.
Foto 1: John Landis, Guillermo del Toro, Tobe Hooper y Wim Wenders.
Foto 2: Wenders, Michael Mann y Landis (en segundo plano encontramos a Juanma Bajo Ulloa).