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Pero para deseos idealizados, una jefa de animadoras en un film de los 80. Esa jefa de melena rubia y falda rosa que, o será tonta del culo y encarnará a una mala puta, o bien querrá alejarse de la superficialidad para liarse con el freak previamente rechazado. En cualquiera de los casos, Kelly Preston siempre fue la más indicada para esos personajes. Basta recordar Admiradora Secreta (1985) y la ola de onanismo que debió provocar. Que provoca. Si se ha perdido gran parte de inocencia, se recomienda visionar Spellbinder con afecto y dejarse embrujar sin prejuicios. Lo ideal sería volver a sentir esas noches de verano en las que una película emergía de madrugada sin referencia previa. Brujería y algo de sexo. Spellbinder promete.