Como espectador de Arrebato (1979) me sale un espontáneo: Putas drogas. Pero que contradicción más grande. El propio Iván Zulueta (1943) afirma que sin la heroína no hubiera podido rodar Arrebato. Que putada y que paradoja. La misma heroína que estimuló (por decir algo) esta irrepetible película fue la que acabó con una prometedora carrera cinematográfica. Visionar Arrebato sigue siendo espeluznante. Pero más espeluznantes son los 2 documentales que incluye la edición en DVD. Iván Z (Andrés Duque) es muy doloroso de ver. Habría que preguntarle al director de este documental si era necesario mostrar al espectador los aspectos más íntimos y familiares de Zulueta. Con dejarle expresarse delante de la cámara ya bastaba. Pero un asqueroso morbo por la decadencia fluye en el documental y eso hace que me sea imposible volver a verlo. Arrebatos (Jesús Mora) reúne varias entrevistas con el equipo del film. Hay una anécdota al más puro estilo Paul Schrader: “Una cámara, rollos de película y una botella de whisky” son los elementos que un productor le dio a Zulueta para que rodase en 2 días el corto Leo es Pardo (1976). La entrevista más incomoda es la de Eusebio Poncela. Su conclusión final es terrible. Por dura y por real. Por eso, uno se siente (cierto) alivio al contemplar una (conciliadora) fotografía de pasado Festival de Malaga (2008). De izquierda a derecha: Marta Fdez. Muro, Iván Zulueta, Eusebio Poncela, Helena Fernán Gómez y el productor Augusto Martínez Torres. Falta Cecilia Roth pero algo es algo. A punto de cumplir su 30ª aniversario, Arrebato sigue siendo la película más moderna del cine español. Pero el precio de su construcción quizá resulta demasiado caro.