“Yo era un alcohólico y aquel primer día de rodaje había estado bebiendo todo el día. La secuencia se rodaba al anochecer y, en ella, tratábamos de explicar al público lo difícil y desagradable que resulta matar a la gente. El personaje que yo interpreto es un asesino profesional, es un soldado norteamericano distinto a los demás. No era John Wayne. Mataba a la gente, a veces incluso con sus propias manos, pero eso no tiene nada de patriótico e intentábamos encontrar el modo de mostrar su culpabilidad, el odio que sentía hacía sí mismo. Por este motivo, empecé a afectar algunos movimiento de kárate ante un espejo, a partir de la fantasía de que es un muy difícil ver una imagen de de ti mismo, y que los luchadores de kárate practican esa técnica para mejorar sus reflejos. De pronto, pegué un golpe, el espejo se rompió y empecé a sangrar por los dedos de una mano. En la situación en la cual yo estaba inmerso eso era algo simbólico y Coppola intento detener la escena, pero yo insistí en que la cámara siguiera rodando porqué al margen de la película, también se trataba de mí mismo luchando contra los demonios del alcoholismo. Eso puede oírse en el documental (En el corazón de las tinieblas) puesto que yo sabía que estaban rodando, pero nadie me dijo que también estaba abierto el sonido. Al principio fue muy doloroso volver a verlo, pero después lo agradecí porqué para mí fue una especie de catarsis.”
Martin Sheen a Esteve Riambau, Sitges 1997, (Francis Ford Coppola, Ed.Cátedra).
Martin Sheen a Esteve Riambau, Sitges 1997, (Francis Ford Coppola, Ed.Cátedra).