Durante una película, el personaje se dirige a cámara y le cuenta los hechos directamente al espectador. Este recurso puede llegar a irritar si no se hace bien, pero si se encuentra un buen actor, un personaje interesante y un tono adecuado surgen maravillas como Alta Fidelidad (2000). Pero hay algo mejor que todo un film con este recurso. Es mucho mejor cuando no lo esperas. Y sobretodo: cuando no viene a cuento. En Papá Cadillac (1988) sólo surge una vez y eso lo hace todavía más atractivo. A Les (Corey Haim) le surge un dilema y lo consulta con el espectador. “-Una chica inocente, damos una vuelta… ¿Qué me iba a salir mal?. Propuesta de doble sesión “Noches frenéticas”: Jo, qué noche! (After Hours,1985) + Papá Cadillac (License to drive, 1988).