El cartel de una película nos condiciona para siempre. Uno busca el dvd de El Resplandor e instintivamente espera encontrar la cara de un furioso Jack Nicholson. Tenemos las carátulas grabadas en la memoria y sólo por el diseño, el color o la tipografía ya podemos reconocer la película a varios metros. No me molesta que se cambie el cartel para la edición en dvd, siempre que se haga bien, o al menos no tan mal como en Persiguiendo a Amy o Palíndromos. En realidad, ya que hay que modificar el diseño, prefiero encontrar cambios radicales, cambios que incluso te motivan a volver a ver el film. Me fascina poder contemplar la obra de David Lynch con carteles completamente diferentes a los que siempre hemos visto. Y cambiaba ahora mismo el habitual cartel de Blue Velvet (con la pareja abrazándose) por este diseño mucho más Lynchiano.