Me preguntan cual es mi música favorita y no sé que contestar. En párvulos una profesora nos ponía a Maurice Ravel y hoy sigo escuchando su bolero. Me gustaba Roxette y me apenó que su cantante sufriera cáncer. Descubrí a Run DMC y decidí que el hip hop era más que ruido y ego. Astrud Gilberto tiene una de las voces más bonitas del planeta. Si Dios tocara el piano se llamaría Dave Brubeck. Jim Morrison pasó del cine y nos hizo un favor a todos creando The Doors En presentes ruidosos, Led Zeppelin puede seguir reventando tus tímpanos. Mi cuñado prefiere a Jean-Michel Jarre, yo prefiero a Mike Oldfield que se repite igual pero compone mejor. No tengo ni idea de lo que dice Procol Harum pero me encantan sus canciones. Escuché a Roy Orbison y comprobé que no sólo cantaba Pretty Woman. He vibrado con Pink Floyd sin drogarme. Elvis es el rey pero Michael Jackson quedó segundo y Frank Zappa tercero. La psicodélia de Iron Butterfly esta olvidada pero mi radiocasete tiene memoria. Albert Pla no pasaría los castings de OT y eso es buena señal. Muchos ya saben que Tote King es el mejor poeta urbano. Escuchaba el Vals triste de Jean Sibelius para estar todavía más triste. La Casa Azul no ha ido a Eurovisión pero sigue teniendo ritmos efervescentes. Mi mp3 está lleno de Stereolab y Salvatore Adamo me recuerda lo maravilloso que es tener mis manos en tu cintura. Decididamente no sé que tipo de música me gusta. Y es que se vive mejor sin prejuicios (musicales y personales).
Publicado en Diari de Sant Boi (Mayo 2008).