Renunciar, conformarse, son palabras que asociamos a la resignación. Después de una lucha, después de ese esfuerzo, después de darlo todo y no obtener lo deseado uno se resigna. Y eso no debería ser negativo. En ocasiones o te doblas al viento o este acabará por romperte. Le puedes llamar madurez si quieres. Hasta aquí todo bien. Lo más triste es cuando la resignación está asociada con la impotencia. Lo más triste es que estemos resignados a que nos robe una cabina telefónica. Necesitas hacer una llamada y estás resignado a que posiblemente la cabina te robe más de una moneda. Si una tienda te cobra el doble te quejas. Si una cabina de cobra el triple te resignas y pateas el teléfono con rabia e impotencia. Hablamos de cabinas pero también podemos hablar de maquinas expendedoras de bebidas o alimentos. Una vez más, alguien muy harto de estos robos consentidos utiliza un rotulador para alertar al usuario. Curiosa paradoja: Cuando la pintada vandálica ayuda al ciudadano.