25 de febrero de 2014

Un cuba libre para Rainer

Cansado como estoy del teatro filmado, el único cine dialogado que supera mi intolerancia termina siendo todo lo filmado por Fassbinder. En esta desasosegante crónica de un rodaje, quizá la cara B de La Noche Americana (1973), fluyen decenas de buenas frases, desfilan los habituales personajes asqueados del cineasta y hace que retenga una escena en concreto: Una actriz alemana vacila a un camarero español y se anticipa varias décadas a la relación de poder que hay, y que siempre ha existido, entre dos países. Casi lo mejor: la única frase que los alemanes pronuncian repetidamente en español. 

Atención a esa prostituta tan querida (1971).