3 de septiembre de 2013

A toute allure


Si miro The Chase (1994) recuerdo que aquí se tituló Con la poli en las talones y que si antes nos quejábamos de aquellas traducciones alucinógenas, ahora la cosa se estrenaría como The Chase a secas. Así que me quedo con A toute Allure (A toda hostia) que es el título que aparece en la edición francesa que cae en mis manos. Si miro A toute allure encuentro a un Charlie Sheen a punto de protagonizar una maravillosa parida y que aquí se encuentra secuestrando a Kristy Swanson a bordo de un Bmw rojo. La poli les sigue, la tele los graba y en algún momento aparece el padre de la Swanson, un sórdido y malvado millonario con el rostro de Ray Winston, que era un señor que sabe mucho sobre sórdidos y malvados padres. Aparecen Flea y Antony Kiedis de Red Hot Chilly Peppers y me recuerdan que nunca les escuché (voluntariamente), así como otros grupos de una mala época que aquí prestan sus ritmos como Bad Religion, Offspring o Nofx. Durante la estupenda chase que ocupa toda la película, la secuestrada Swanson comprende los motivos del fugitivo Sheen y el roce hace el cariño y se consuma un polvo sobre ruedas que causa estupor y temblores. La imagen de un coche que no puede detenerse me conduce a aquel demencial motorista de Dr.Slump que nunca podía parar y que comía, dormía y defecaba en marcha. Toriyama siempre presente. El acabado del polvo me hace tiritar cuando Adam Rifkin rueda unos planos con croma a los que añade unas nubes ardientes que deberán reflejar la fogosidad a cuatro ruedas del momento. Uno le quita el volumen a la escena para no sufrir en exceso pero lo piensas un momento y la cosa se anticipa a los planos con los que Oliver Stone retratará a Mickey y Mallory Knox. Punto para Rifkin por los pelos. La cinta termina con un breve y abominable epílogo con mariachis que damos por hecho le ha sido impuesto al cineasta. Unos minutos antes se presenta un estupendo momento en el que un resignado y capturado Sheen se fuma un cigarrillo y se dispone a salir del coche. Esa misma escena, que en realidad es un breve flash del personaje, se anticipa varios años al conocido final de Gran Torino (2008) y hace que este texto se ponga trascendente con la mera mención a Clint. No volverá a ocurrir.