10 de abril de 2013

De obsesiones y artefactos rotos

Entras en una casa desconocida y buscas los restos de otra época. Todas las casas mantienen esos restos. La mayoría contenían grabaciones televisivas o bodas, banquetes y comuniones. Otras eran originales adquiridas en centros comerciales a precios abusivos o rescatadas del videoclub por un alquiler ya amortizado. Llegó otro soporte, luego otro, y luego llegó otra forma de consumir que dejó cualquier formato físico como recuerdo de otros tiempos. Entras en una casa desconocida y buscas los restos de otra época. Se esconde entre libros, se asoma por aquella estantería. La cinta VHS, el fósil analógico que encuentras en todos los comedores. Luego llega el coleccionismo, que es la única manera de viajar en el tiempo y retroceder hasta aquella misma sensación. La de un reproductor de vídeo, la de una carátula idolatrada o la de un mecanismo que fractura el metraje. Todo eso y mucho más en un insólito mediometraje que no podía ir firmado por otro que no fuera Naxo Fiol. Asfixiantemente emotivo. 

The VHS Monster (2012).