28 de junio de 2012

Una paliza a Coppola

“Me volví a encontrar con Rainer en los Oscar de 1980, en Los Ángeles. Me sorprendió verlo con esmoquin y pajarita. Nunca le había visto así, no le quedaba muy bien. Se había enterado de mis problemas con Coppola por mi película. Estábamos mirando desde lo alto el bullicio de Hollywood. Me pasó el brazo por los hombros y me dijo: -“Wim, sé que tienes problemas. Si quieres que le meta una paliza a Coppola, dime dónde está”. Y lo habría hecho. Hice todo lo que pude para que estuviera lejos de Coppola. Creo que le habría pegado un puñetazo. Estaba de humor para eso. Ni esos convencionalismos, ni los Oscars iban con él. Creo que buscaba un conflicto para mostrarle al mundo lo que pensaba. En ese momento le habría servido una pelea con Coppola”.

Wim Wenders en Fassbinder en Hollywood (2002).
Foto: Fassbinder antes de hostiar a Spielberg.

Muchos años antes de Amelie

Juliette Binoche en Mala sangre (Leos Carax, 1986). Diseño: Pere Koniec

25 de junio de 2012

A ritmo de Fiat Ritmo

Si en Perros Callejeros + secuela lo que abundaba eran todo tipo de Seats perseguidos por otro tipo de Seats, llegamos a la alucinación definitiva con Los últimos golpes de El Torete (1980). En el último capítulo de la trilogía-quinqui sólo existe un modelo que robar, conducir y abandonar: el Fiat Ritmo. Lo mejor de la cinta podría ser la escena del circuito de carreras en el que el mismísimo Rémy Julienne admira las dotes automovilísticas de nuestros amigos Torete y Vaquilla. Y aparece un diálogo que me deja aturdido, confundido y completamente extasiado: -¿Quiere decir que nuestros dos prototipos van conducidos por unos extraños? Los prototipos es cuestión eran, como no podía ser de otra manera, dos Fiat Ritmo.

Bonustrack: El calabozo en el que encierran a El Vaquilla (Bernard Seray) contiene una reja que da a un patio exterior. Te fijas un momento y descubres que esa localización es el actual Pati de les Dones en el CCCB (Centre Cultura Contemporánea de Barcelona).

Sympathy for the screenwriter

El juego de Hollywood (Robert Altman, 1992). Diseño: Pere Koniec  

18 de junio de 2012

Meta-cine Meta-quinqui

Agustí Villaronga como Vicentet, The Macarra.
Hay tantos detalles en Perros callejeros II (1979) que no sé por dónde empezar. El continuo ejercicio de metacine empieza con una apertura que nos aclara que todo lo visto en la anterior película era…sólo una película. El Torete sigue vivo y, a pesar de ser un actor reconocido, sigue metido en sus habituales trapicheos. Un incidente de la nueva trama le relacionará con un homicidio, pero gracias a su cuartada conseguirá escabullirse. La cuartada no es otra que haber asistido con unos colegas a un cine de Zaragoza dónde proyectaban Perros Callejeros (1977). Hay más. La figura de José Antonio de la Loma queda representada con la aparición del cineasta-colega que no dudará en asesorar y proteger a nuestro héroe-delincuente. Esa situación nos regalará dos flashbacks incompletos que ríete tú de Rashomon (1950). Mucho destape de todas las chicas y un instante mítico que todos recordamos: El Torete en pleno polvo siendo sorprendido por la policía y pidiendo que le dejen terminar. Se detecta cierta influencia de los perros de Peckinpah al contar un total de tres violaciones. Dos de ellas perpetradas por Antonio Maroño, habitual doblador de cine que aquí la carga contra un recluso y con la hija de un policía entrometido. La otra violación la sufre la mítica Teresa Giménez a manos de un melenudo Agustí Villaronga. Muy impactante contemplar las pintas-Joe-Ramone que luce el hoy célebre cineasta, que incluso se lía a hostias con El Torete. Y terminas la cinta con ese bonito final a ras de suelo y te preguntas que lógica provocará la tercera parte que cierra la trilogía-quinqui. Cuando empiezas Los últimos golpes del Torete (1980) y contemplas la inexistente conexión de sucesos, te relajas, subes el volumen y te dejas llevar por una persecución en plena calle Balmes.

11 de junio de 2012

Siluetas de amor y muerte

El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957) + Torremolinos 73 (Pablo Berger, 2003).
Diseño: Pere Koniec

1 de junio de 2012

Pasto de Morlock

Después de la comida podría haber surgido alguna conversación. Algún tema banal con el que acompañar el café. Cualquier cosa valía. En lugar de eso, las ocho personas se ignoraron con disimulo y se dedicaron a masturbar sus respectivos móviles. Junto a la carretera ocurrió alguna cosa pero nadie hizo caso. En sus pequeñas pantallas podrían observar las vidas ajenas mientras se les escapaba la suya. El momento también se escapó pero a nadie le importó. Luego pagaron la cuenta y tampoco hablaron mucho más. Un nuevo peldaño hacia el estatus de Eloi que George Pal retrató en aquella cinta de ciencia ¿ficción?.

Foto: El iPhone de la eloi Weena se ha quedado sin batería.

Rajadas de Billy

¿Me estás diciendo que no te gustó "El Ángel Exterminador"?
"Comprendo sin dificultad por qué Godard ha podido por sí sólo exterminar varias empresas productoras".

"Antonioni seguro que es un gran director, un gran artista. Pero en lo que a mí se refiere, soy incapaz de mantenerme despierto". 

"Sobre Ingmar Bergman debo decir que los críticos no tienen ni idea de lo que está diciendo, pero, pese a todo, les chifla... Existe una asociación internacional de ese tipo de críticos, capaces de extasiarse ante el asno muerto de Cocteau envuelto con telas encima de un piano".

Subtítulo rosa para diálogo verde

Durante el casting de La máscara del Zorro (1998), el bueno de Kubrick recomendó a Spielberg una actriz española que había visto en La ardilla roja (Julio Medem, 1993). Stanley quedó fascinado por esta escena. Steven se asustó.

Diseño: Pere Koniec