23 de marzo de 2012

En el hotel de los perros ahogados

Dice la contraportada: Luna y Salva, dos adolescentes que han huido de sus casas, irrumpen en un hotel del norte de península, sacudiendo la tranquila existencia de su maduro propietario, que se ve incapaz de negarles alojamiento a pesar que el establecimiento ha cerrado sus puertas hasta la llegada de la temporada alta. Y la sinopsis dice más cosas pero no lo transcribo para no destripar las sorpresas, emociones y posibles erecciones que despierta esta magnífica novela. Vayan a la entrevista de Lardín en Vice, que lo explica todo mucho mejor que yo. Y es que uno tiende a leer poca novela porque enseguida lo peliculiza todo y enseguida visualiza escenas que deforman y perjudican la lectura. Y también este libro podría mutar en largo, pero como Pasolini y Borowczyk están muertos, pues nada. Aunque quizá centrando a Larry Clark o a Gaspar Noé…tampoco nada, olvídenlo. Deformación mía la de imaginar adaptadores. Quédense con el libro que definitivamente será mejor que la peli. Demasiado tabú para el cine actual. Mucho semen, mucho desenfreno y sangre fácil. Y muchas ganas de transcribir algunas frases de Joan Ripollès que me han dejado atontado. Mejor me corto. Una verdadera lástima que, siendo muy superior a memeces nacionales que en su día provocaron polémica, no tenga la distribución que merece. Pero menos da una piedra (ensangrentada) y creo que todavía pueden conseguir un ejemplar en Ediciones Leteo. Cliken, pidan y reciban. Por todas partes.