Lo de dividir una cinta en dos fragmentos es arriesgado: siempre te quedas con uno en detrimento del otro. Ya me ocurría con Solondz y los dos segmentos que formaban Storytelling (2001). Y todavía hoy sigo quedándome con el primero: esa Ficción entre profesor penetrante y alumna aventurera. Miro Melancolía (2011) y al igual que en Anticristo (2009), me fascina un prólogo que podría proyectarse en cualquier museo. El capítulo de la boda tiene sus momentos, pero si ya habías visto Rompiendo la olas (1996) o Celebración (1998), puede que todo te sepa a desmotivante déjà vu. Si alguien me obliga y hay que elegir un fragmento de toda esta melancolía, elijo el de Charlotte Gainsbourg y la ansiedad hacia un planeta que se acerca. Jugando a buscar influencias pictóricas, L me señala la Ophelia de John Everett Millais como clara referencia a la imágen más conocida del film. Aunque la imagen más potente para un servidor es la de Kirsten Dunst desprendiendo energía por los dedos minutos antes de la fin absolue du monde. La sombra de Dragon Ball es alargada en nuestra mente.