La clave estaba en una imagen geométrica retenida en el subconsciente. Hicieron falta varios años para averiguar las causas de su pavor hacia los rombos. No recordaba su origen pero el retorno visual de aquella forma le causaba insomnio y terribles convulsiones. La hipnosis nunca funcionó pero con el tiempo la relación entre paciente y médico se transformó en amistad. Ocurrió una tarde en casa del psicólogo. El paciente se sentó en el sofá mientras su médico atendía una llamada. Escuchó unos gritos. Inquieto ante el sonido, se acercó a la habitación y encontró al hijo del médico frente a un ordenador. En la pantalla se libraba el combate. En su mente se libró la batalla definitiva para averiguar su pavor hacia los rombos. La clave estaba en el villano. En el jersey del villano. Cuando su cerebro hizo el click terminó aquel malestar y corrió a contarlo en Internet. Ya estaba sano.