7 de abril de 2011

La inquietante película que no quería morir

La enorme expectativa de visionar Carnival of Souls (1962) me predispone inquieto desde el primer minuto. El accidente inicial del puente y un recorrido fantasmagórico tipo Twiligh Zone hacen que le tenga un tremendo cariño a esta cinta de bajo presupuesto. Y su particular génesis también influye: o cómo un realizador de videos educativos juntó a cuatro amigos y rodó una extraña cinta de terror que influiría (según dicen por ahí) a señores como Romero, Shyamalan o Lynch. Lo más inquietante: los dos instantes en que vida y muerte se fusionan vía cortinilla aguada, puro Rod Serling. Y otro detalle: el director Herk Harvey nunca volvió a dirigir un largometraje. Como ocurre en ocasiones, 25 años después de su estreno se convirtió en una película de culto. Y ahí sigue, inquietando al personal.