Orígenes humildes, pequeños pasos, estrellato lleno de excesos y decadencia final por desgaste o muerte violenta. Elementos habituales de los biopics musicales que (al margen de su cinematografía) funcionan muy bien para reconstruir pasajes de la historia musical. Me quedo con cinco momentos de Cadillac Records (2008): 1) El personaje de Muddy Waters (Jeffrey Wright) y el hallazgo del Hoochie Coochie Man. 2) La breve carrera de Little Walter (Columbus Short) y su encontronazo con la policía. 3) Los pasajes sexuales del alocado Chuck Berry (Mos Def) y su pionero y eléctrico rock and roll. 4) La relación que nace entre Leonard Chess (Adrien Brody) y Etta James (Beyoncé Knowles). Y 5) El final de Chess evocando la romántica idea de morir ante una inmensa emoción. Aquí debidamente ficcionada. Y por lo tanto mejorada.