Sales del cine algo confuso. Algo triste. Insatisfecho. Incluso decepcionado. Los bastardos de Tarantino te hacen derivar a su origen inspirador, o algo parecido. Se titula Aquel Maldito tren blindado (1978) y en América se tituló The Inglorious Bastards. Ahí termina el símil entre ambos films. Este refrito de los Doce del Patíbulo (1967) tiene cierta gracia. Sobretodo si has tenido buen día y lo contemplas con un desmesurado entusiasmo. Fred Williamson hace de Fred Williamson y eso siempre contenta y llena minutos y escenas. Otro de los renegados es Bo Svenson y durante todo el metraje te preguntas donde coño le has visto antes. Vuelve la conexión de Quentin: Bo Svenson era el cura que casi celebra la boda de Uma Thurman en Kill Bill Vol.2 (2004). También aparece en los actuales Malditos Bastardos (2009), pero si ya he olvidado la película, imagínate su aparición. Se recomienda dejar de leer este texto, olvidar todos los nombres mencionados y recuperar la brutal y concisa propuesta de Robert Aldrich.
15 de octubre de 2009
Aquellos malditos bastardos (y el jodido tren blindado)
Sales del cine algo confuso. Algo triste. Insatisfecho. Incluso decepcionado. Los bastardos de Tarantino te hacen derivar a su origen inspirador, o algo parecido. Se titula Aquel Maldito tren blindado (1978) y en América se tituló The Inglorious Bastards. Ahí termina el símil entre ambos films. Este refrito de los Doce del Patíbulo (1967) tiene cierta gracia. Sobretodo si has tenido buen día y lo contemplas con un desmesurado entusiasmo. Fred Williamson hace de Fred Williamson y eso siempre contenta y llena minutos y escenas. Otro de los renegados es Bo Svenson y durante todo el metraje te preguntas donde coño le has visto antes. Vuelve la conexión de Quentin: Bo Svenson era el cura que casi celebra la boda de Uma Thurman en Kill Bill Vol.2 (2004). También aparece en los actuales Malditos Bastardos (2009), pero si ya he olvidado la película, imagínate su aparición. Se recomienda dejar de leer este texto, olvidar todos los nombres mencionados y recuperar la brutal y concisa propuesta de Robert Aldrich.