En la delirante Ruta Suicida (1977), Eastwood debe transportar y proteger a Sandra Locke, una testigo amenazada por la mafia. A parte de la escena-macarra con los Angeles del Infierno, la mejor y más conocida escena del film se desarrolla en un autobús que acabará tiroteado como Dios (Eastwood) manda. Casi treinta años después, 16 Calles (2006) demuestra que, si el cine es una chica con pistola, el cine de acción tendrá que ser Bruce Willis con una automática. Que Richard Donner siempre es garantía y da lo que promete (si sabes lo que da y no buscas lo que no promete). Y que si tienes que proteger a un testigo ves a la parada más próxima y atrinchérate dentro de un autobús. El símil del bus es la única conexión de ambos films. Esa y las ganas de no aburrir. Viva Richard Donner. Y todavía no he visto ni una maldita arma letal.