Ya sé, renovarse o morir. Pero a mi me sigue dando mucha pena encontrarme a mis amigos VHS en la basura. Antes de la era digital, la suma de dos vídeos te hacia ser un poderoso pirata clandestino. Todos teníamos a un amigo que tenía dos vídeos y nos copiaba películas. Cuando era niño, un amigo de clase me copió Depredador (1987), mi película favorita de esa época. Pasé de alquilarla cada mes a tenerla en mi habitación de forma permanente. Eso es la felicidad. He memorizado los diálogos de este film y, en plan Fahrenheit 451, si un día queman todas las películas yo seré Depredador. Más tarde, conseguí mis dos propios videos y copie la mitad de la historia del cine. Los que hemos crecido viendo el 90% de películas en este formato siempre tendremos un cariñoso recuerdo para esas toscas cintas. Un sonido para la memoria: la cinta de casete entrando en el vídeo. Cae la tapa. Empieza a rodar.