Hoy en día es un cliché muy sobado pero me sigue divirtiendo ver como: Hacia el final de la peli, el protagonista corre para alcanzar a su amor. Normalmente, hay una confusión y el amor decide marcharse en avión o en barco. El prota tiene una revelación y corre a buscarlo. Ocurre incluso en El Apartamento (1960) aunque la carrera de Shirley MacLaine es bastante corta. El recurso llega a su esplendor en las comedias de los años 80 y surge una variante: cuando corres para que los padres no te pillen. Tenemos a Tom Cruise en Risky Business (1983) y Mathew Broderick en la genial carrera final de Todo en un día (1986). Volviendo al tema del amor. Siempre me ha gustado como C.Thomas Howell roba un coche en busca de su amiga en la divertisima Admiradora Secreta (1985) y como Woody Allen se echa una buena carrera para recuperar a Mariel Hemingway al final de Manhattan (1979). Hay otras comedias románticas que contienen esta escena pero si hay una grandiosa secuencia que siempre me ha fascinado es todo el tramo final de Cocodrilo Dundee (1986). Hay la escena de rigor de la chica corriendo en busca de su amor y, aunque le pese a los críticos más sesudos, se produce una escena delirante, divertida y mítica que permanece en todos nuestras cabezas. Mike Dundee espera el metro en un andén atiborrado de gente. La chica (Linda Kozlowski) repara en su presencia pero no puede acceder a él. La cadena de mensajes que prosigue es de esas genialidades que nunca se reconocerán. Y si las cosas no se dicen es como si no existieran.