Erik (Rutger Hauer) es un artista bohemio completamente chiflado. Conoce a Olga (Monique Van de Ven) y empieza una tormentosa (pero maravillosa) historia de amor. Paul Verhoeven rueda “Delicias Turcas (Turks Fruit)” a principios de los 70 y vista hoy en día, se conserva como una película absolutamente libre, frenética, erótica, poética, violenta, sexual, escatológica, dramática y hermosísima en todo su conjunto. Es sorprendente lo imprevisible de todas las escenas, y sorprendente también el ritmo interno de todos los planos. Siempre ocurre algo. Rutger Hauer no para de moverse, ocurre algo imprevisto o alguien reacciona de forma inesperada. Tres de las creaciones de Erik que aparecen durante el film: Un recuerdo para una de sus conquistas, un dibujo para consolar a Olga y que será desencadenante de su relación, y la escultura que le encarga el Hospital en el que trabaja un amigo.