A Chuck Norris le matan el compañero, le matan una amiga y no le matan el perro porque no había tiempo. Y llega la venganza que por eso la peli se llama ojo por ojo. Steve Carver dirigia en 1981 un reparto con estilazo: Christopher Plummer siempre creíble como villano, Richard Roundthree (Shaft) como policía cascarrabias y el gran Mako (Conan, el bárbaro) como sensei eternamente insatisfecho. Pero lo mejor con diferencia es la certeza de que, en aquellos tiempos, si escribías un guión en el que había un esbirro gigante con el que luchar, tenías que llamar al gran (y enorme) Professor Toru Tanaka.
Lo recordaremos como el patinador SubZero, uno de los cazadores de Schwarzenegger en Perseguido (1987). Y es muy fácil confundirle (me acaba de pasar) con Harold Sakata, el chino-malo-con-sombrero-mortal de Goldfinger (1964). Por cierto, todas la secuencias de lucha en las que participa Tanaka (o el propio Sakata contra Bond) empiezan de la misma forma: el héroe le propina un puñetazo en la cara (o barriga) y comprueba sorprendido que los golpes no le afectan en absoluto. Nuestros héroes deberán buscar una alternativa sino quieren ser puré de gigante oriental.
En anteriores capítulos: McQuade, el lobo solitario (1984)