Barcelona: Salón del cómic. Debe ser 1997. Uno ya empieza a estar harto de tanto manga y tanto merchandising. Me acerco a un stand, quizá por casualidad o quizá para apartarme del enésimo freak disfrazado de Goku. Miro el material, no conozco gran cosa pero el titular de una portada me retiene:
Twilight Zone, guía completa de capítulos. Cojo el fanzine y compruebo que tiene dos portadas. En la otra, una actriz porno nos mira y nos pregunta si debe seguir quitándose ropa. Hojeo el asunto. Las páginas del interior desbordan textos y aparece la guía de la dimensión desconocida. Viva
Rod Serling. En ese momento, todavía no hay un Internet que te solucione la cuestión, así que el curro de recapitular los 156 capítulos resulta brutal. Y está perpetrado con una maquina de escribir e impreso a base de fotocopias. Esto último quizá parezca viejuno para los que ahora saquen autoediciones a todo color con papel deluxe, pero era el método que utilizabas si querías perpetrar tu fanzine. Se sigue haciendo y cuando Internet explote se volverá a hacer. A lo que iba. La guía de capítulos me basta para su compra y le doy al señor del stand las 325 ptas que vale el
Alan Smithee. El señor del stand me mira, me recoge el dinero y me explica que en las últimas horas el fanzine se está vendiendo mucho: circula el rumor que su autor ha muerto. Le miro con cara de no-se-que-me-hablas, me despido y me largo del salón. En el tren de vuelta, en la soledad de mi habitación y en las clases de un instituto, descubro un fanzine lleno de textos salvajes que me impactan durante los siguientes meses.
Coordinado por Mister X, el fanzine está dedicado a Nieves Herrero “la primera actriz porno que trabaja sin enseñar el coño”. Llega el primer cómic en el que, con un estilo a lo Pilarín Bayes, la profesora Arny le acaba succionando la polla al alumno al que había amonestado. El segundo tebeo narra como el propietario de una tienda de cómics caza a un ladrón y lo encierra en el sótano. Está firmado por Frank Alcásser, pseudónimo del hoy conocido Paco Alcázar. Y aparecen varias historias cortas protagonizadas por Herminio Pagaextra, parodia del Herminio Bolaextra de Mauro Entrialgo, perpetradas de nuevo por Alcázar. Una de las frases más divertidas hace referencia a las mutilaciones que sufre el personaje: “Se quedó con menos extremidades que un palote de fresa”. Entre los artículos de ese Alan Smithee destaca la delirante (y falsa) historia de la actriz porno (en portada) Vera Olicova y una irónica crítica al señor Alex Gorina. Lo seguidores del fantástico se cagan en Gorina y en la nueva dirección (alejada del género) a la que ha conducido el festival de Sitges. Más artículos de cosas que desconozco hasta que topo con el texto: Comprar cómics en Barcelona. 8 tiendas analizadas con humor en las que se nos explica las ventajas y los inconvenientes de comprar en cada una de ellas. Anuncian El Mercado de Sant Antonio para el próximo número, pero nunca leí el siguiente número y desconozco la vida fanzinera que tuvo ese Alan Smithee. Hoy, muchos años después lo rescato del baúl de los recuerdos y publico este texto, en unos tiempos en el que todo el mundo puede tener un blog y escribir lo que quiera en su fanzine virtual. El juego sigue siendo el mismo. Aunque me puede la nostalgia y nada es comparable a esa primera impresión en fotocopia, a esa sesión de grapado y a ese intento de distribución. Larga vida a los fanzines, sean en el formato que sean.