Le ocurría al yuppie de After Hours (1985) antes de que empezara aquella frenética noche orquestada por Scorsese. También ocurre algo parecido en esa historia que has escrito y que probablemente nunca ruedes. Y sobre todo le ocurre a ese irritado cantautor que da tumbos con un gato que no le pertenece y una guitarra que tampoco parece quererle. A veces, sólo a veces, ocurre que las señales más interesantes las encuentras en los lugares más insospechados.
Inside Llewyn Davis (Joen & Ethan Coen, 2013).