El protagonista de L’Humanité (1999) sigue abatido al constatar que hay seres humanos que utilizan la ficción como manual de conducta en su vida real. Personas que se visten y actúan como personajes de esa peli, gente que inicia unos estudios por aquella serie de televisión, seres que forman su educación sentimental basada en la estructura narrativa de una comedia romántica, entes que consumen un blockbuster erótico y que pretenden reproducir a posteriori lo narrado por una ficción. A parte de eso, en una dimensión paralela, a la cinta de Bruno Dumont le pegaría bastante la música de Joana Serrat.