Si en Perros Callejeros + secuela lo que abundaba eran todo tipo de Seats perseguidos por otro tipo de Seats, llegamos a la alucinación definitiva con Los últimos golpes de El Torete (1980). En el último capítulo de la trilogía-quinqui sólo existe un modelo que robar, conducir y abandonar: el Fiat Ritmo. Lo mejor de la cinta podría ser la escena del circuito de carreras en el que el mismísimo Rémy Julienne admira las dotes automovilísticas de nuestros amigos Torete y Vaquilla. Y aparece un diálogo que me deja aturdido, confundido y completamente extasiado: -¿Quiere decir que nuestros dos prototipos van conducidos por unos extraños? Los prototipos es cuestión eran, como no podía ser de otra manera, dos Fiat Ritmo.
Bonustrack: El calabozo en el que encierran a El Vaquilla (Bernard Seray) contiene una reja que da a un patio exterior. Te fijas un momento y descubres que esa localización es el actual Pati de les Dones en el CCCB (Centre Cultura Contemporánea de Barcelona).