Después de la comida podría haber surgido alguna conversación. Algún tema banal con el que acompañar el café. Cualquier cosa valía. En lugar de eso, las ocho personas se ignoraron con disimulo y se dedicaron a masturbar sus respectivos móviles. Junto a la carretera ocurrió alguna cosa pero nadie hizo caso. En sus pequeñas pantallas podrían observar las vidas ajenas mientras se les escapaba la suya. El momento también se escapó pero a nadie le importó. Luego pagaron la cuenta y tampoco hablaron mucho más. Un nuevo peldaño hacia el estatus de Eloi que George Pal retrató en aquella cinta de ciencia ¿ficción?.
Foto: El iPhone de la eloi Weena se ha quedado sin batería.