Y qué bonita tarde en la que un tipo rubio hace motocross y va matando gente por los sitios. Y las caídas son de verdad. Y cada persecución huele a Rémmy Julienne. Y hasta aparece Víctor Israel durante tres segundos. Y qué cantidad de localizaciones por todo el planeta. Y como se notan los planos de archivo. Y hasta hay un poco de erotismo y todo. Y vuelven las persecuciones y las temeridades a dos ruedas. Y las orejas me silban al detectar un estupendo tema de Luis Bacalov que luego utilizaría el listo de Tarantino en Kill Bill 2. Y que suerte poder disfrutar de todo ello con la mirada limpia y el optimismo renacido.
Verano para matar (Antonio Isasi, 1972).